El debate sobre si bitcoin es o no una moneda especulativa se acabará el día en que bitcoin se convierta en una alternativa real a las formas de pago de bienes de consumo cotidiano. Para ello está claro que el valor debe estabilizarse, pero ideas y proyectos como el de Tierra Buena, en Argentina, promueven que las monedas digitales como bitcoin o litecoins, se abran camino en la sociedad.
El proyecto merece un análisis en más profundidad ya que ataca varios problemas estructurales y/o debates abiertos entorno a la sociedad y economía actual:
- Sistemas de distribución hiperdimensionados que encarecen el producto final a los consumidores y reducen el precio de venta en el punto de origen (agricultores)
- Globalización que nos lleva a consumir productos cuyo origen está a una distancia enorme del punto de consumo, lo que conlleva gastos en transporte y emisiones.
- Ecoagricultura frente a agricultura extensiva con uso de semillas transgénicas, pesticidas y fertilizantes derivados del petróleo
- Control estatal sobre las transacciones, elevando el nivel impositivo y el control sobre la actividad de los ciudadanos
Cada uno de estos puntos merecería una discusión específica, pero sin entrar en ella, si analizamos el proyecto de Tierra Buena, han conseguido:
- Desarrollar un modelo económico basado en ecoagricultura que garantiza que los productos que venden son saludables y respetuosos con el medioambiente, evitando el uso de pesticidas y fertilizantes derivados del petróleo, utilizando semillas propias que garantizan que los alimentos no son transgénicos y que ofrecen el producto estacional, producido localmente para evitar gastos y emisiones en transporte y favorecer el desarrollo sostenible de las comunidades locales.
- Ofrecer un sistema de pagos transparente, sin intermediarios y anónimo, que permite reducir gastos financieros al productor y ofrece una oportunidad para comercializar en directo, evitando así la cadena de distribución y garantizando que el producto pueda obtener un beneficio sostenible para su actividad, sin necesidad de depender de subvenciones
En definitiva es una alternativa al desarrollo sostenible de comunidades rurales que permitiría a una parte de la sociedad acometer un cambio en su estilo de vida, lejos de la influencia de las zonas urbanas, bajo un modelo autosuficiente con generación de ingresos para la compra de los productos o servicios que no puedan autoproducir.