La espada de la lluvia

Avanzo con mi nueva novela. Por fin el narrador ha tomado las riendas de la historia y escriba o no, va pergiñando las situaciones y aventuras por las que mi protagonista pasa.
La protagonista es mujer, la narradora es también mujer y aunque ambientado en la era Heian de Japón, me he permitido incluir elementos mágicos, en parte basados en las creencias de la época, en parte, licencias que mi narrador ha decidido tomarse.
La sociedad nipona, del siglo X, era tremendamente superticiosa y creían que la disposición de los astros influía en su vida diaria, hasta el punto de no poder acometer determinadas tareas, si los astros no tenían la alineación adecuada.
Hoy, esta entrada, es como un cuaderno de notas, una señal a un posible recurso para el libro:
«El próximo sábado, 17, a mediodía la Luna y el Sol se unen en el cielo dando comienzo a un nuevo ciclo lunar de 28 días.

A este encuentro acude también Quirón que representa el sanador herido que todos llevamos dentro. Cuenta la leyenda de Quirón: era un médico a la antigüa usanza, que sanaba como compensación a no poder sanarse a sí mismo una herida, incurable por diversos motivos según la fuente.

Allí donde se encuetra Quirón en nuestro mapa percibimos una herida, un sufrimiento al que no le vemos posibilidades de curación.

Quirón también representa la transmutación de ese sufrimiento, la capacidad de dar lo que no se ha tenido y de soportar el dolor para transmutarlo.

Astronómicamente Quirón es un pequeño planeta con una órbita completamente excéntrica e inestable, que además se le percibe con cola de cometa. Es su inestabilidad orbital lo que lo hace único, desplazándose entre la influencia de Saturno y de Urano. Parece ser un asteroide que perdió su rumbo y se cree que pudo haber salido seguramente del Cinturón de Kuiper.

El 17 sábado, Sol, Luna y Quirón se encuentran al principio del signo sideral de Piscis. Comenzamos un ciclo de energía agua que en astrología representa la emoción.
Para vitalizar la energía agua sólo tenemos que sentir, emocionarnos. Y me refiero a emociones que nos motivan a querer seguir viviendo, son las emociones fundamentales: amor, pasión y vitalidad.»

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