El Jueves me llamó mi hermana y me dijo que se había hecho daño en una pierna. No se podía mover y tenía dos entradas en pista, fila 10, para ver a los 10 Tenors. Una pena que se perdieran, y yo que soy de fácil salir, le dije: No te preocupes que no se pierden. Voy yo.
Así que ayer estuvimos en el concierto de los 10 Tenors, de los que no había oído hablar en mi vida. Me metí a última hora en la oficina a ver por Internet de qué iba la cosa y a parte de que eran 10, vestían de negro, y cantaban un poco de todo, no me pude hacer una idea más aproximada de qué me encontraría por la noche.
Estoy con gripe, así que no llegué en mi mejor momento, y entre la lentitud propia que imprimen las bacterias y virus varios, y la mezcla de los 10 Tenors, tardé en ubicarme hasta el intermedio. Qué si, que lo tienen. 15 minutos para descansar, después de estar media hora en el escenario, y para cambiarse la camisa y el pañuelito de la solapa (que van a juego) y cantar otras cosas que no fuesen «La ópera pero sin la parte aburrida», que fue según su propia introducción, en lo que consistió la primera parte.
La segunda parte se animó, no me acuerdo si empezó con un «potpourri de los Bee Gees» o con caciones del folklore australiano, tipo «iiiieha», para seguir con unas versiones de Queen, que fueron las que mejor quedaron, junto con las de los Bee Gees, y que intercalaron con más ópera, valadas y música políticamente correcta.
A mi el concierto me recordó a las orquestas de los pueblos, con un amplio repertorio de música que siempre agrada, donde los cantantes suelen ser gente simpática con mucho gancho que involucra al público y que hacen pasar un rato agradable.
Los 10 australianos, tenían muy bien ensayadas sus entradas en español. Cada vez que hacían un cambio de estilo, uno de ellos hablaba al público, con ese don nato de orador que tienen tantos anglosajones, y con un discurso muy bien elegido, arrancaban el aplauso de los espectadores. Que hay que decir que para la edad reinante (media de cincuenta y…), estaba bastante animado. Me encantó un «super fan», en primera línea con pelo totalmente blanco y acompañado de su señora, que amenizó con bailes todas y cada una de las canciones. Faltó que le subieran al escenario. Tanta entrega debería tener una recompensa.