Pierre Béland, su autor, lleva más de 30 años investigando el creciente número de muertes de belugas en el río San Lorenzo. La causa, después de años de estudio es clara, las ballenas mueren envenenadas por una alta y continuada exposición e ingesta de PCBs (compuestos químicos usados desde hace años en la industria con efectos altamente cancerígenos para el hombre)
Pierre cuenta su experiencia durante los últimos años, mostrando la parte más dura de una vida profesional consagrada a las belugas, la muerte anual de cientos de ejemplares, que él vive en primera persona, al ser el responsable de un equipo que recoge, analiza y elimina los cuerpos sin vida de estos cetáceos.
En ocasiones los cuerpos de las belugas muertas, encontradas en las orillas del San Lorenzo, tienen un grado de contaminación tan alto, que deben ser eliminados como si fuesen residuos tóxicos.
Para hacernos una idea, el Gobierno Federal de Estados Unidos, prohibe la venta de cualquier alimento que contenga más de 2 partes por millón de PCB, y cualquiera que contenga más de 50
partes por millón, debe ser eliminado como deshecho tóxico de alta peligrosidad. Pues bien, las belugas del San Lorenzo, sobre las que se han hecho autopsias en los últimos años, muestran concentraciones de 3.200 partes por millón.
Ante este panorama, la discusión sobre si la moratoria a la caza de ballenas debe continuar, si se autoriza la caza selectiva a las comunidades indígenas, o si hay una caza encubierta de capturas en aras de la investigación, es un debate obsoleto.
Las ballenas están contaminadas y su carne no puede ser consumida por el hombre, por lo que su caza debería estar prohibida desde la Sanidad Pública. Y no sólo son los cetáceos, sino que muchas especies marinas, presentan concentraciones de PCBs dañinas para el hombre.
¿Y cómo llegan los PCBs al mar?
Desde los ríos, que desde hace más de un siglo reciben los vertidos de las industrias, que impunemente «evacuan» sus residuos en los ríos.
Y por la lluvia que disuelve las pérdidas de los elementos que usan PCB o los pesticidas con base PCB empleados en agricultura extensiva, drenándolos a las capas freáticas y a los acuíferos naturales, conectados también con el mar.
¿Y cómo llegan los PCBs a los animales marinos?
Las algas son la base de la alimentación de gran parte de las especies marinas. Hay un alga llamada diatomea, pequeña, pero muy numerosa (es la mayor biomasa de plantas de todo el Planeta) que como todas las plantas tiene en su interior, junto al núcleo, una pequeña porción de aceite. Cuando estas algas tienen contacto con los PCBs, éstos entran en solución de forma inmediata con el alga, pero como las diatomeas no pueden descomponer la molécula de PCB, la almacenan.
Las diatomeas son el menú principal del krill, que viene a consumir unas diez diatomeas al día, y una ballena consume diariamente millones de organismos de krill.
Como las diatomeas son la base de todas las cadenas alimentarias en los océanos, todos los animales están afectados: peces, bivalbos, todo tipo de invertebrados y, por supuesto, las ballenas y los delfines, en los que el efecto es aún más letal pues amamantan a sus crías con una leche muy rica en grasas en las que se acumulan altísimas concentraciones tóxicas.
Y con todo esto me pregunto ¿cuándo vamos a cambiar el debate de la defensa a los animales y sobre la biodiversidad, por el debate de la defensa a la humanidad?
Los hábitos y costumbres de la era industrial no sólo están dañando al Planeta de forma irremisible, sino que en directo nos están dañando a nosotros. Estamos acabando con nuestro hábitat (la Tierra), envenenamos nuestros propios alimentos, el agua que bebemos y el aire que respiramos, y la vida sigue, como siempre.
¿Cuándo nos pararemos a pensar que somos una especie amenazada por nosotros mismos y que tenemos que protegernos del entorno que nosotros hemos creado en el último siglo?