Autobuses, edificios en rehabilitación, papeleras, vasos desechables, pancartas, vallas, mensajes personalizados a tu móvil personal, escaparates, big data con justo lo que necesitas en tu mail, en tus redes sociales, camisetas con marca, zapatos con logos que todos conocemos, bolsos, comida, ropa, medicamentos, estrellas del deporte, coches, perfumes, relojes, complementos, cosmética, …, un mundo diseñado por y para el consumo, en el que necesitan generarnos la necesidad de comprar, la obligación de consumir, aunque no te haga falta, y su arma es la publicidad, de la mano de la obsolescencia programada.
Recibimos del orden de 3.000 impactos publicitarios al día, somos capaces de reconocer varios cientos de marcas, no sólo por logotipo, sino por diseños, colores, incluso sonidos.
Nos hemos convertido, cada uno de nosotros, en pequeñas vallas publicitarias. Mira lo que llevas puesto hoy y encontrarás entre 2 y 5 marcas que vas paseando en tu bolso, ropa, móvil, coche,….y los que te conocen, asociarán las marcas que usas a tu estilo y servirás de referencia publicitaria, en algunos casos como modelo aspiracional, en otro generacional, en otros de tendencia, pero al fin y al cabo serás un anuncio más.
Nuestro propio consumo, nos convierte cada día más en publicidad móvil y nosotros mismos retroalimentamos a la bestia.
El amor no existe (en la publicidad)