Debía tener 6 ó 7 años, cuando escuché la historia de Shōgun por primera vez. Mi padre nos la contaba por las mañanas, en el trayecto hasta el colegio, al ritmo al que él se leía el libro. Durante semanas cambiamos la saga de los porretas, por una historia sobre Japón.
Desde entonces, siempre que veía el libro por casa, me daban ganas de leerlo, pero nunca sacaba el tiempo para las casi mil páginas en edición de bolsillo de los años 70.
Este Agosto decidí que era el momento, y el pasado fin de semana lo terminé de leer. Es una historia apasionante, que se desarrolla en el Japón del 1.600. Muestra el choque cultural Oriente-Occidente, representado a Occidente en el Japón de entonces, portugueses de la orden jesuita, quienes habían establecido el comercio entre China y Japón, para mayor gloria y beneficio del reino de Portugal y la iglesia católica, hasta que entra en juego un barco holandés, capitaneado por un inglés reformista.
Es un libro de intrigas políticas y de poder en una sociedad medieval, gobernada por los señores feudales y de la guerra, los daimíos y sus samurais, cuya máxima es el honor.
Una guerra en ciernes se despliega a lo largo del libro, como si de una partida de ajedrez se tratase, en la que los protagonistas tienen su papel, su lugar en el tablero de juego, y uno de los dos reyes, termina haciendo jaque mate a su oponente, con una maestría y una estrategia que a veces es difícil seguir.
A la cultura milenaria de China y Japón, más avanzada en muchos aspectos que la occidental en aquella época, le faltó el dominio de los mares y la creación de las armas de fuego, para ser Oriente quien descubriese y «civilizase» a Occidente.
¿Cómo sería hoy nuestro globalizado planeta, si hubiese ocurrido así?
PD. El autor es James Clavell, quien además de grandes best sellers como Shōgun, fue guionista de películas muy conocidas, entre ellas La Mosca y La Gran Evasión.