Hacía mucho que no leía un libro de Roald Dahl y ha sido como un viaje en el tiempo.
El verano que cumplía 11 años, me fui a Inglaterra por primera vez; la friolera cifra de seis semanas. Debí de intuir que mi estancia, con la familia que me recibía, tendría momentos de aburrimiento porque le pedí a mis padres que me compraran la lista completa de las lecturas recomendadas por el colegio para el verano. Entre ellas había dos libros de Roald Dahl: James y el melocotón gigante y Charlie y la fábrica de chocolate.
Leer ‘Las brujas’ me ha trasladado al año 1982, al pueblecito de Dorchester, con sus praderas verdes y el olor a lluvia, y a esa época de la vida en que todo es factible y lees sin cuestionar; solo imaginas, sueñas y te sumerges en la aventura.
Roald Dahl es uno de esos escritores que es capaz de saltarse los corsés de la realidad e imaginar universos, que sin juicios morales o de valor, son los que albergan a sus personajes y sus historias. Si el escritor no juzga, el lector, que aún no ha sido condicionado, cae en la red de la historia para viajar a otros mundos, en los bien pueden existir brujas disfrazadas de honorables señoras, melocotones que vuelan o fábricas que transforman a los niños.
De nuevo ha sido un placer sumergirme en el universo Roald Dahl. Os recomiendo cualquiera de sus libros para vuestros hijos (mejor de menos de 13) y también os lo recomiendo a vosotros. Siempre es reconfortante poder volver a ver, con los ojos de un niño.
Os dejo enlace a la página oficial del ilustrador: Quentin Blake, quien ilustró gran parte de los libros de Roald Dahl.
Autor: Roald Dahl
Nºpags.: 200
Editorial: Alfaguara (Penguin Random House)