Estoy haciendo varias relecturas de libros que pasaron por mis manos cuando estaba en el colegio, pero de los que lamentablemente no me acuerdo.
En la lista de relecturas no podía faltar algo de Gianni Rodari, un escritor que creó tendencia y que dentro del sur de Europa, se acercó como ninguno al ‘nonsense‘ anglosajón.
En este libro Rodari primero se dirige al lector para explicar que ha recogido los cuentos que un viajante contaba a su hija cuando estaba fuera de casa. Nos explica que son cortos porque las llamadas valen mucho dinero, pero que alguno que es más largo que otros se debe a que las ventas le fueron bien ese día.
Simplemente esta apertura ya cautiva y con cada relato el autor nos enreda en su mundo de imaginación, en el que todo es posible. Los relatos que hablan de los números y las asignaturas del colegio son una delicia absurda que te hace pensar en por qué convertimos todo en algo tan serio y aburrido.
Sin ánimo de violar los derechos de autor, os incluyo uno de los relatos. Creo que una muestra os invitará a leer el libro y que lo incluyáis en las lecturas de vuestros hijos (yo diría que entre 7 y 9 si lo leen solos y desde bien pequeños si se los leéis vosotros).
El sol y la nube
El Sol viajaba por el cielo, alegre y glorioso, en su carro de fuego, despidiendo sus rayos en todas direcciones, con gran rabia de una nube de tempestuoso humor, que murmuraba:
– Despilfarrador, manirroto, derrocha, derrocha tus rayos, ya verás lo que te queda.
En las viñas, cada racimo de uva que maduraba en los sarmientos robaba un rayo por minuto, incluso dos; y no había brizna de hierba, araña, flor o gota de agua que no tomase su parte.
– Deja, deja que todos te roben: verás de qué manera te lo agradecerán cuando ya no te quede nada que puedan robarte.
El Sol proseguía alegremente su viaje, regalando rayos a millones, a billones, sin contarlos. Solo en su ocaso contó los rayos que le quedaban, y, mira por dónde, no le faltaba siquiera uno. La nube, sorprendida, se deshizo en granizo. El Sol se zambulló alegremente en el mar.
Y para terminar una frase de Rodari:
No hay que olvidar que un niño no es una flecha que va en una sola dirección, sino muchas flechas que, simultáneamente, van en muchas direcciones
Autor: Gianni Rodari
Nºpags.: 137
Editorial: Juventud