1984 plantea cuatro ministerios: el de la verdad, el de la paz, el de la abundancia y el del amor. Todos ellos retorcidos por una neolengua que puede manipular la realidad para crear verdades como que 2+2 son 5.
De los cuatro ministerios el que más me impactó, cuando leí el libro, fue el de la verdad. Un lugar en que modificaban la historia pasada y la reescribían según las necesidades del gobierno autoritario que presenta esta distopía.
Cambiar lo que ocurrió en la memoria de una sociedad y reescribir los archivos para que muestren lo que en cada momento conviene es una aberración.
Cuando ayer leí la noticia de que se han retocado muchas de las obras de Roald Dahl para incluir un lenguaje más inclusivo, me acordé del ministerio de la verdad.
¿Hasta dónde vamos a llevar nuestra forma de ver hoy el mundo para cambiar el pasado? Si se puede modificar la obra de un autor, ¿por qué no lo que ocurrió? ¿Dónde está el límite?
Nuestra mirada de hoy no es la de hace años, pero no ocurre solo en la literatura, si no en todas las formas del arte y de la historia.
Si perdemos la memoria de lo que fue, habremos perdido el conocimiento de la experiencia de la Humanidad y volveremos a cometer los mismos errores en el futuro.